Más de 108 millones de personas viven forzosamente lejos de su hogar por guerras, violencia y graves violaciones de sus derechos fundamentales. Esto supone más del 1% de la población mundial y el número más alto jamás registrado por ACNUR. Unas cifras que hablan por sí solas sobre la situación de los refugiados.
Las personas refugiadas son aquellas que se han visto obligadas a huir de su país por sufrir persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado grupo social, de género u orientación sexual. A finales de 202 había 35,3 de millones de personas han abandonado su país de origen, mientras que 62,5 millones estaban desplazadas internamente.
Actualmente, Siria es el primer país de origen de las personas refugiadas en el mundo. Debido a un conflicto que dura ya más de una década, que se ha cobrado más de 600.000 vidas y ha obligado a huir del país a 6,5 millones de sirios y sirias. Junto a Ucrania (5,7 millones), Afganistán (5,7 millones), Venezuela (5,4 millones), Sudán del Sur (2,3 millones), Myanmar (1,2 millones), República Democrática del Congo (931.900), Sudán (836.800), Somalia (790.500) y República Centroafricana (748.300), representan el 87% de todas las personas forzadas a buscar refugio más allá de las fronteras de sus países.
Sin embargo, contrariamente a lo que se piensa, el 76% trata de buscar refugio en países vecinos, generalmente con escasos recursos para poder garantizarles una acogida digna y el respeto de sus derechos humanos. Turquía, con 3,6 millones de personas refugiadas, es el principal país donde se quedan atrapadas debido a las políticas de cierre y externalización de fronteras de Europa. Irán (3,4 millones), Colombia (2,5 millones), Alemania (2 millones) y Pakistán (1,7 millones) completan la lista de los cinco principales países de acogida del mundo. No obstante, Aruba, Líbano, Curazao, Jordania y Montenegro son los países con mayor proporción de personas refugiadas atendiendo a su población.
La decisión de los países de la UE de blindar las fronteras y no ofrecer vías legales para solicitar asilo provoca que la mayoría tenga que arriesgar su vida en el mar, sortear vallas y alargar su recorrido. Al menos 2.554 personas perdieron la vida en 2022 tratando de alcanzar costas europeas. Se estima que al menos 40.000 personas habrían muerto en esta ruta en lo que llevamos de siglo XXI.