Historias de Refugio - CEAR Comisión Española de Ayuda al Refugiado Fri, 08 Mar 2024 14:23:47 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5.2 https://www.cear.es/wp-content/uploads/2023/04/favicon-cear-150x150.jpg Historias de Refugio - CEAR 32 32 Patricia: “Temo regresar a mi país ya que los paramilitares no perdonan que los denunciara”. https://www.cear.es/sections-post/colombia-violencia-genero-paramilitares/ Fri, 08 Mar 2024 14:23:47 +0000 https://www.cear.es/?post_type=sections-post&p=43095 Patricia ha sufrido múltiples violencias por ser mujer que le han obligado a escapar incluso de su nombre. Las amenazas y persecuciones tras ser agredida sexualmente por paramilitares le forzaron a huir de Colombia y buscar refugio en España, donde también afrontó más violencia y...

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Patricia ha sufrido múltiples violencias por ser mujer que le han obligado a escapar incluso de su nombre. Las amenazas y persecuciones tras ser agredida sexualmente por paramilitares le forzaron a huir de Colombia y buscar refugio en España, donde también afrontó más violencia y miedo. Poco a poco y no sin dificultades, rehace su vida mientras ayuda a otras personas que pasaron por su situación. 

 

La historia de refugio de Patricia (nombre ficticio), comienza con su secuestro a manos de un grupo de paramilitares presentes en la región colombiana en la que vivía. “Fui secuestrada durante una semana por un jefe paramilitar. Quería que fuera su mujer, y al negarme, me llevó a la fuerza, me amenazó y me violó”, recuerda. 

“Conseguí escapar por un bosque y directamente me dirigí a la Unidad de Víctimas a denunciar los hechos”, pero el peligro no acabó ahí. “Recibí nuevamente amenazas diciéndome que sabían el sitio donde estaba y que irían por mí, así que inmediatamente tuve que trasladarme a otro lugar”. Ese mismo año, también asesinaron a su tío. 

Desde entonces, estuvo en continuo desplazamiento forzoso por diferentes ciudades y barrios para intentar ponerse a salvo, pero no lo consiguió. “Siempre me han localizado. En el año 2019, vecinos y familiares me informaron que había unos hombres desconocidos en el barrio indagando y preguntando por una mujer con mi descripción y con mi nombre, e inmediatamente me volvía a trasladar”.  

Desprotegida, solo le quedó la huida

Las mujeres somos objeto de agresión por el simple hecho de ser mujeres”, lamenta Patricia, que se sintió víctima de “la falta de protección” para las mujeres que sufren violencia sexual en el marco del conflicto armado en Colombia.  

Este tipo de violencia específica contra las mujeres, frecuente en contextos de conflicto, se convierte también en una causa de desplazamiento forzado y búsqueda de asilo, como finalmente le ocurrió a Patricia, que se vio obligada a escapar de su país. 

La violencia no tiene fronteras

La llegada a España no fue fácil, y Patricia tuvo que esperar varios meses para poder conseguir la cita para acceder al sistema de protección internacional, un obstáculo administrativo que afrontan miles de personas, quedando en una situación de especial vulnerabilidad.  

Mientras aguardaba a poder avanzar en la solicitud de asilo, Patricia conoció a un hombre con el que inició una relación que terminó en maltrato. Su maltratador la agredió verbal y físicamente, hasta que ella llamó a la policía y le llevaron a un centro de emergencia junto a su hijo, con quien había venido desde Colombia. 

“Desde el mismo centro se pusieron en contacto con CEAR y finalmente pude sacar la cita para solicitar protección internacional”, explica Patricia, que obtuvo el estatuto de refugiada recientemente.  

Centrada en avanzar

Ahora, después de haber sobrevivido a múltiples violencias machistas, Patricia ha empezado a rehacer su vida. “Es ahora cuando empiezo ya a salir y a relacionarme más”. También colabora con la Asociación Revivir y es voluntaria con CEAR en la intervención en centros educativos, poniendo el foco en el refugio por género 

“Soy enfermera y siempre he estado trabajando con colectivos en situación de vulnerabilidad. En España quiero empezar a estudiar integración social para apoyar a la gente que también ha pasado por la misma situación que yo”, desea. 

 

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Dmytro: “En mi región la guerra no comenzó en 2022, sino en 2014” https://www.cear.es/sections-post/invasion-rusia-ucrania/ Fri, 23 Feb 2024 09:15:50 +0000 https://www.cear.es/?post_type=sections-post&p=42993 Dmytro nació en Ucrania, en la región de Donetsk, donde vivió hasta 2014, cuando Rusia se anexionó la península de Crimea y empezó una guerra en su región que le hizo huir a Moscú. Pero tras la invasión rusa de Ucrania de la que se...

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Dmytro nació en Ucrania, en la región de Donetsk, donde vivió hasta 2014, cuando Rusia se anexionó la península de Crimea y empezó una guerra en su región que le hizo huir a Moscú. Pero tras la invasión rusa de Ucrania de la que se cumplen ya dos años, «el odio hacia todo lo ucraniano» en Rusia le forzó a dejar de nuevo su hogar y a buscar refugio en España. Ahora, intenta retomar su vida en Valencia.

 

En el momento de la invasión rusa en la región de Donetsk, Dmytro estaba finalizando su formación profesional y le faltaban menos de seis meses para diplomarse. “Mi hermano también estaba terminando sus estudios en la universidad en ese momento”, recuerda sobre el momento en que cambió su vida en 2014.

En medio de las tensiones, tanto Dmytro como su hermano se vieron obligados a huir a Rusia, a la región de Moscú, donde contaban con redes familiares que podían apoyarles. “Me tomó alrededor de un año completar los trámites y encontrar un trabajo”, cuenta sobre este comienzo, que fue complicado pero poco a poco le permitió tener un empleo y estabilidad.

«Odio hacia lo ucraniano»

“Cuando comenzó la guerra a gran escala el 24 de febrero de 2022, ya llevaba cuatro años trabajando en una planta que producía piezas de carrocería en Moscú”, cuenta Dmytro. Pero entonces, las cosas empezaron a cambiar.

“En la sociedad rusa, con la ayuda de la propaganda, se cultivó el odio hacia todo ‘lo ucraniano’; la Policía y la Guardia Nacional dispersaron con dureza cualquier manifestación que no tuviera como objetivo aprobar la guerra y las acciones del Gobierno ruso. Esto continúa hasta el día de hoy”, lamenta.

En Rusia no hay unidad en el tema del apoyo a la guerra. Mis antiguos colegas en su mayoría apoyaron y apoyan la guerra, pero también un gran número de mis amigos y conocidos se oponen a ésta, aunque no pueden hacerlo abiertamente, ya que en Rusia es punible administrativa y penalmente”, explica.

Un nuevo éxodo forzoso

Finalmente la situación se hizo tan insoportable que solo les quedó la huida. “Mi hermano salió de Rusia rumbo a España a finales de junio de 2022 en autobús. El viaje duró más de tres días y pasó por Letonia, Lituania, Polonia, Alemania y Francia. Dos meses después tuve que hacer lo mismo por la misma ruta”, explica Dmytro sobre el viaje que le trajo hasta España, lejos de su región y de gran parte de su familia.

Mis padres han permanecido todo este tiempo en los territorios ocupados de la región de Donetsk, en Gorlovka. La vida allí es muy difícil; de hecho, la ciudad está gobernada por el Ejército ruso, casi toda la industria no funciona desde 2014”. “Mi madre tiene graves problemas de salud y un arraigo muy fuerte a su territorio, por lo que no pueden huir. Les extraño”, dice con tristeza.

Ahora intenta centrase en su vida en España. Desde hace poco más de un año reside en el centro de acogida que gestiona CEAR Valencia en la localidad de Sueca (Valencia), especializándose en electromecánica de automóviles. Su objetivo es finalizar la formación, encontrar un empleo digno y “vivir de forma segura e independiente”.

Pero no puede olvidar que el conflicto en su país continúa. “Esta guerra ya ha traído mucha destrucción y dolor a Ucrania. Debe detenerse”, desea Dmytro.


Esta guerra ya ha traído mucha destrucción y dolor a Ucrania. Debe detenerse
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Amadou: “Si eres un activista o no eres simpatizante del gobierno de Senegal, el presidente te mete en la prisión” https://www.cear.es/sections-post/amadou-senegal/ Fri, 09 Feb 2024 11:10:58 +0000 https://www.cear.es/?post_type=sections-post&p=42770 Amadou no solo explica con palabras las amenazas y violencia que ha sufrido por parte del "grupo rebelde" MFDC (Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamanza), también muestra las cicatrices físicas que le han dejado grabadas en su piel.

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Amadou no solo explica con palabras las amenazas y violencia que ha sufrido por parte del «grupo rebelde» MFDC (Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamanza), también muestra las cicatrices físicas que le han dejado grabadas en su piel. A este conflicto de décadas, se suma desde 2021 una crisis sociopolítica que atraviesa todo el país y que ha provocado que miles de personas se jueguen la vida en una de las travesías más peligrosas del mundo, la ruta canaria. Sin embargo, a pesar de ser una de las nacionalidades con más solicitudes de asilo en España, también es una de las nacionalidades con más resoluciones desfavorables. 

 

Amadou vivía una vida tranquila en el pueblo de sus padres en Casamanza, al sur de Senegal. Trabajaba en una granja de animales y no existía otro lugar en el mundo donde imaginaba su futuro, pero el MFDC (Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamanza) irrumpió en su vida. Este “grupo rebelde” es el principal movimiento separatista del país, fue fundado en 1982 y provocó un conflicto por la independencia de la región. En 2014 se firmó un alto el fuego y desde entonces se ha mitigado la intensidad de la violencia en la zona. Sin embargo, el tío de Amadou le insistía que se uniera a las filas rebeldes y sus reiteradas negativas provocaron violencia y amenazas contra su vida. Amadou no solo enseña las cicatrices en su cara, también las fotografías que tiene registradas en su móvil y prueban estas heridas.  

Crisis sociopolítica 

Sin embargo, este no es el principal motivo que empuja a muchas personas a embarcarse en el viaje más peligroso de su vida para llegar a Europa, la ruta del Atlántico, sino la “situación política de Senegal” que azota el país desde 2021. En julio, una condena de dos años de prisión por un delito contra la moral (corrupción de la juventud) al principal líder opositor Ousmane Sonko provocó un estallido de protestas que deterioró el clima social. Human Right Watch ha documentado violencia excesiva por parte de las fuerzas de seguridad, detenciones arbitrarias y ataques a la libertad de expresión en el país. “Si eres un activista o si no eres simpatizante del gobierno, el presidente te mete en la prisión”, asegura Amadou. 

 

 

En este contexto, se ha agudizado la voluntad de migrar de muchas personas del país, que cada vez más arriesgan su vida en la peligrosa ruta atlántica o intentan buscar vías menos peligrosas como vuelos con escala en Madrid, una alternativa que el gobierno de España ha empezado a obstaculizar recientemente a través de los visados de tránsito. 

El trayecto 

Amadou recorrió miles de kilómetros hasta llegar a su actual hogar. De su pueblo a Bignona, de allí a Dakar, de Dakar a Marruecos. En Marruecos se subió a un barco con “64 personas” entre las que se encontraban “mujeres embarazadas y niños”, recuerda que su cabeza no paraba de dar vueltas pensando en que podían morir en cualquier momento. 

Llegó a Las Palmas de Gran Canaria y posteriormente le trasladaron al sur de la Península, donde de la mano de CEAR Andalucía ha logrado reconstruir su vida y logró un empleo en una granja de pavos. Ahora se ha mudado a Zaragoza para aprovechar una oportunidad laboral que le ha surgido en esta ciudad gracias a un amigo. Mientras tanto, sueña con conocer a su hijo que vive en Senegal y reencontrarse con su familia, aunque su prioridad ahora es sentirse seguro. Su madre, a quien reconoce como su inspiración, cuida de él desde la distancia. «Ella me siempre me dice que tenga cuidado y que me enfoque siempre en mi camino. Me da los mejores consejos, como hacen todas las madres».

Solicitudes denegadas 

Está a la espera de una respuesta a su solicitud de asilo desde mayo de 2023, confía en que sea una respuesta positiva ya que presentado “pruebas” de la violencia que ha sufrido. Desde CEAR, hemos denunciado en nuestro informe Más que Cifras sobre los datos de asilo en 2023, la denegación sistemática de las solicitudes de personas procedentes de Senegal. A pesar de ser una de las principales nacionalidades en solicitar asilo, 8 de cada 10 personas vieron denegada su solicitud, lo que les condena a vivir en la irregularidad sin acceso a derechos básicos, mientras la situación en su país de origen sigue empeorando día tras día. 

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Sekou: “He sufrido torturas, persecución y violencia por ser activista político” https://www.cear.es/sections-post/sekou-activista-politico/ Thu, 28 Dec 2023 15:45:35 +0000 https://www.cear.es/?post_type=sections-post&p=42273 Sekou tuvo que huir de Guinea Conakri por persecución política. “Desde muy joven soy activista político y he sufrido varios tipos de violencias, cárcel, torturas y persecución por ello”.

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Sekou tuvo que huir de Guinea Conakri por persecución política. “Desde muy joven soy activista político y he sufrido varios tipos de violencias, cárcel, torturas y persecución por ello”.

 

De muy joven participó en la movilización de su comunidad, Sangoyah. Esto lo convirtió en “cara visible” y “persona influyente”. Es en 2008 cuando entra a formar parte de la UFDG (Unión de Fuerzas Democráticas de Guinea), partido de oposición a un gobierno que tiene la complicidad militar y ejerce fuertes violencias. No pertenecer a la etnia malinké (mayoritaria en el gobierno) y su visibilidad política le llevan a sentir constantemente que su vida y la de su familia corría alto peligro, sufriendo constantes amenazas.

En 2018, personas que se declaraban parte de las fuerzas militares lo secuestran, detienen y torturan. El encarcelamiento le provoca una fractura de mano y un traumatismo craneoencefálico y cervical. Después de su recuperación, vuelve a participar en el activismo político bajo tensiones y amenazas de sus propios vecinos malinkés y de las autoridades del barrio que impedían su libre expresión.

En 2019 se ve obligado a huir a Marruecos para reiniciar su vida pensando que, gracias a los convenios con su país, estaría fuera de peligro, pero encuentra todavía más violencia. Pasados unos meses, cruza en patera con otras 60 personas por el mar de Alborán, desde Nador hacia la costra granadina en donde inicialmente recibe apoyo de Cruz Roja y posteriormente de CEAR en la localidad de Cullera (Valencia).

En Valencia, ha conseguido reconstruir su vida aunque su principal deseo ahora es poder traer a sus hijos para ofrecerles un futuro. Sekou se ha formado en electricidad, fontanería y climatización, y ha logrado encontrar trabajo como ayudante-instalador de aire acondicionado y placas solares. “Mi vida no está libre de situaciones de discriminación y dificultades, pero aun así, me gustaría a futuro ser autónomo y poder traer a mis hijos para crear un proyecto de vida en España”. “Aquí hay racismo, pero no son todas las personas, así que podemos intentar vivir mejor”.

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María: “Estuve 18 años recibiendo maltrato por mi expareja, que llegó a vender mi cuerpo a amigos y conocidos” https://www.cear.es/sections-post/maria-colombia-maltrato-expareja/ Fri, 10 Nov 2023 11:14:59 +0000 https://www.cear.es/?post_type=sections-post&p=41820 María (nombre ficticio porque aún tiene miedo a confesar el suyo), llegó a España en octubre de 2021, junto a su actual marido, dejando atrás una vida marcada por el miedo, el maltrato, el sufrimiento y las amenazas.      Su relato empieza con su primer...

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María (nombre ficticio porque aún tiene miedo a confesar el suyo), llegó a España en octubre de 2021, junto a su actual marido, dejando atrás una vida marcada por el miedo, el maltrato, el sufrimiento y las amenazas.  

  

Su relato empieza con su primer embarazo, a los 18 años, un embarazo que vivió como madre soltera y con el apoyo de su familia. Al poco tiempo de nacer su primer hijo, conoció al que sería su marido y padre de su segundo hijo. En ese momento, María tenía 20 años y su futuro marido, era 30 años mayor que ella. Al poco de estar con él se queda embarazada y nació su segundo hijo. Los dos primeros años de relación fueron bien, pero a partir de ese segundo año, empezó su calvario: “Estuve 18 años recibiendo maltrato físico y psicológico por parte de mi expareja y padre de mi hijo, llegando también, a vender mi cuerpo a amigos y conocidos”, relata.  

María aguantó vejaciones, maltrato físico y psicológico, y violaciones durante años. «Por mi hijo, para que pudiera tener un referente paterno, y por mí, ya que si huía me tenía amenazada con encontrarme y matarme”, explica. Aún con esta situación, sacó fuerzas y empezó a estudiar el bachillerato por las noches, ya que él no la dejaba estudiar y con trabajos puntuales de limpieza, logró costearse su formación como auxiliar de enfermería y al poco tiempo accedió a un empleo estable. 

Todo se derrumbó cuando asesinaron a su hijo

“Hablé con él el jueves y los siguientes días no hablamos. El lunes, yo entraba al turno de noche y estaba durmiendo cuando me llamaron, no contesté y por la noche me fui a trabajar al hospital. El martes, sentí una corazonada al salir del hospital y pasar por delante de Medicina Legal. Cuando llegué a casa busqué una foto de mi hijo, no era normal que estuviera tantos días sin contestarme”. 

Ese mismo día recibió la llamada de la Fiscalía para comunicarle el fallecimiento de su hijo. “Mi hijo era todo para mí, era mi compañero, mi confidente, mi amigo (…) Cuando vi a mi hijo en ese cajón se fue todo de mí”, reconoce María. Fue asesinado un 18 de marzo, unos días antes de cumplir 20 años. 

Cuando enterró a su hijo decidió investigar qué había pasado y fue al lugar del asesinato. Preguntando a las personas que por allí vivían, logró un vídeo de una de las cámaras de seguridad de una vivienda. En el video se podía ver perfectamente como asesinaban a su hijo ante la impasividad de la gente frente a los gritos de ayuda del joven.  

Comienzo de la huida

A los pocos meses de morir su hijo, huyó de la vivienda que compartía con su marido y padre de su hijo. La situación era inaguantable, llegándole él a reprochar incluso su llanto. Durante este tiempo, María intentó quitarse la vida en repetidas ocasiones hasta que su madre la internó en una clínica mental. Al reincorporarse al trabajo, conoció al que acabaría siendo su marido, primero como paciente y después como acompañante de un familiar. Para ella fue un apoyo fundamental; «un confidente, un amigo», revela. Fue este nuevo apoyo, sumado a la situación tóxica e insostenible con su exmarido, lo que le hizo romper lazos con el padre de su hijo, dejando de mantenerle y ayudarle.

Su nueva pareja le ayudó a esclarecer qué había pasado con su hijo. Lograron averiguar quiénes habían sido y llevaron la información a la Fiscalía, pero les dijeron que se había cerrado el caso. Todo esto llegó a oídos de los presuntos asesinos de su hijo. “Un día, cuando iba a trabajar con mi pareja en el coche, nos atravesaron, nos encañonaron y nos amenazaron con que si seguíamos investigando, nos pasaría lo mismo que a mi hijo”. 

Renunció a su trabajo y cambiaron de ciudad. Estando en esta nueva ciudad, quedaron encerrados por la pandemia y en cuanto pudo, volvió a trabajar en un nuevo hospital. “Un día, saliendo del hospital, me encontré a los mismos tipos, nos siguieron, sabían dónde vivíamos y dónde trabajaba. El miedo se apoderó de nosotros, teníamos que salir de allí”.  

Una nueva vida en España

El hijo de su pareja les costeó los billetes a España. Dejaron trabajo, casa y familia atrás, en busca de seguridad, estabilidad y tranquilidad. 

Cuando llegaron a España, les acogió un amigo de su pareja y al poco tiempo entraron en el sistema de acogida. Tras un largo periplo buscando un lugar en el que sentirse bien y acceder a una casa, lograron alquilar una vivienda.  “Ahora estoy tranquila, no está en juego mi vida, no tenemos que estar huyendo”, describe María, que además se siente valora tener junto a ella a alguien que le ama y le hace «feliz».

  Afronta su futuro con positividad, ha iniciado la homologación de su formación y le gustaría poder trabajar en la sanidad, igual que en su país de origen. Quiere seguir formándose y demostrarse a ella y al mundo, sobre todo, a aquellos que le han hecho tanto daño, su capacidad de reponerse y de cumplir con sus sueños y metas. “No he podido salvar la vida de mi hijo, pero sí la de mucha gente y espero poder seguir haciéndolo (…) Me siento feliz, no tengo soledad, ni dolor en el alma, ya no pienso en quitarme la vida, sino en vivir día a día”.

 


María: “Estuve 18 años recibiendo maltrato por mi expareja, que llegó a vender mi cuerpo a amigos y conocidos”
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Siete días en el mar hasta llegar a El Hierro: la historia de un estudiante que huyó de la represión en Senegal https://www.cear.es/sections-post/estudiante-huyo-represion-senegal/ Fri, 03 Nov 2023 12:32:50 +0000 https://www.cear.es/?post_type=sections-post&p=41787 Cuando Bacary comenzó a implicarse en las protestas sociales que se oponían a un nuevo mandato del presidente de su país, sabía que terminaría afectado. No obstante, asegura que no se arrepiente, pese a que tuvo que dejarlo todo atrás.   En junio de 2023,...

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Cuando Bacary comenzó a implicarse en las protestas sociales que se oponían a un nuevo mandato del presidente de su país, sabía que terminaría afectado. No obstante, asegura que no se arrepiente, pese a que tuvo que dejarlo todo atrás.

 

En junio de 2023, Bacary era un joven estudiante de 23 años que cursaba dos carreras: Derecho y Ciencias Políticas. Derecho porque no soportaba las injusticias.: ‘‘Quiero ayudar. La gente no conoce el derecho ni la justicia. Recuerdo que hace años, en mi barrio, moría un senegalés de manera injusta por una problemática con los barcos de Senegal, que cruzaban la frontera para pescar en Mauritania. A día de hoy, no se ha hecho justicia por su muerte’’, cuenta a CEAR en Sevilla Y también eligió Ciencias Políticas porque no le gusta la manera de hacer política que hay en África.  

Bacary nació en Saint Louis (Senegal), aunque parte de su vida se desarrolló en Mauritania, puesto que su padre era pescador de profesión en este país vecino. En 2012, volvió a Senegal junto a su familia para continuar su formación. y llegó hasta la Universidad. Su interés por estudiar no fue incompatible con su afición al fútbol. Llegó a formar parte de un equipo semiprofesional en su país, donde fue compañero de jugadores que a día de hoy son profesionales de la liga de fútbol senegalesa., y se confiesa aficionado de siempre a la liga española, con especial simpatía por el Real Madrid y también por el Sevilla F.C.  

¿Qué ha pasado en Senegal en los últimos meses?

Bacary denuncia que el programa sociopolítico de Senegal “se basa en la corrupción, la injusticia y en un mal gobierno de los recursos existentes”. Aunque la crisis política y social haya estallado ahora, “sus causas son antiguas’’, asegura.  

“El gobierno quiere manipular la información que llega a la comunidad internacional’’, lamenta y afirma que los gobernantes actuales están aterrorizando a la población. ‘‘El primer ministro de Senegal llegó a asegurar que quienes nos manifestábamos éramos terroristas. Con esa premisa la policía podía atentar contra nosotros’’. 

Implicación en manifestaciones universitarias y su discurso en TikTok 

Bacary cuenta que las personas manifestantes están siendo víctimas de una dura represión en Senegal. ‘‘Ya hay población civil armada ayudando a la policía. El Gobierno ha reclutado a gente para ir en contra de los manifestantes. Las últimas movilizaciones han terminado con 19, 14 y 22 fallecidos respectivamente. Además, hay más 1.800 presos por motivos políticos’’. 

Cuando habla sobre su implicación en estas manifestaciones cuenta que, esporádicamente, había participado en alguna, pero su compromiso se acentuó cuando comenzó la Universidad, donde había un grupo que las organizaba y difundía la información de cada convocatoria. ‘‘Participaba de ellas porque la juventud senegalesa está (estamos) muy cansada y disgustada. Acostumbramos a escuchar sobre Senegal que es un país rico en recursos como el oro o rico en tierras, pero eso nosotros no lo vemos, eso no es accesible para su sociedad’’.  

En este contexto y debido a su implicación en estas movilizaciones, Bacary comenzó a recibir presiones hasta sufrir una situación muy violenta. ‘‘Yo empecé a hacer vídeos en TikTok donde denunciaba la actuación del Estado senegalés en las manifestaciones y las injusticias que estaban sucediendo. Mi contenido comenzó a hacerse popular y el número de seguidores en mi cuenta empezó a crecer por miles. Había gente que me reconocía por la calle y me saludaba’’. Aún mantiene una importante comunidad en esta red social, con 11.400 seguidores ‘‘Mi madre me pidió que borrara los vídeos por mi bien, por mi seguridad’’. Y así lo hizo. 

Recuerda que en los dos últimos contenidos que subió a TikTok fue muy crítico con la postura de los líderes religiosos. ‘‘Tenían que levantarse y pronunciarse. Cuando todo está bien, los líderes religiosos sí están, pero cuando el pueblo sufre, dan la espalda. Necesitábamos que hablaran sobre lo que estaba pasando. Son ellos quienes tienen el contacto con el Gobierno y los únicos que pueden echar una mano en los momentos duros’’. 

Esta situación dio lugar a una serie de amenazas que terminó con un secuestro de 20 horas en las que fue golpeado y sobornado para que cambiase su discurso en la red social. 

Tras conseguir escapar de aquel infierno, Bacary buscó ayuda en la casa de un amigo en Saint Louis. Allí pasó dos días en los que valoró la posibilidad de huir a Mauritania, donde además estaba su familia, pero su amigo le desaconsejó esta opción por el peligro que podía suponer ir hasta la frontera.  

Huida de Senegal y llegada a la isla de El Hierro

Su amigo tenía un contacto en la capital, Dakar, hacia donde huyó Bacary y con quien estuvo durante dos días. 

‘‘Él tenía a otras tres personas esperando para salir de Senegal. Un día nos llevó a los cuatro hasta la playa para que nos subiéramos a una patera. Fueron momentos complicados, éramos 121 personas en total, entre ellas algunas mujeres y algunos niños de 14 o 15 años’’, recuerda. 

La embarcación en la que viajó Bacary salió de Dakar el 15 de junio de 2023 y se llevó siete días en el mar. ‘‘Los dos primeros días fueron muy duros. No comíamos lo suficiente y muchas personas empezábamos con los mareos y los vómitos. Pero lo peor llegó el cuarto y quinto día, cuando empezó el viento. Fueron días de mucho oleaje, la gente no podía dormir, lloraba. Teníamos mucho miedo’’. Asegura que esa quinta jornada estuvieron 24 horas parados, sin desplazarse lo más mínimo debido al fuerte movimiento de las olas. 

El 22 de junio, ya acercándose a la isla de El Hierro, cuando amanecieron ya no había ni agua ni comida. Alrededor de las 15:00h, la Cruz Roja y la Guardia Civil los auxilió a su llegada a la isla. 

‘‘Llegamos bien, algunos más cansados que otros’’. En su caso, permaneció tres días en El Hierro y luego lo trasladaron a Tenerife. El 1 de agosto llegó a Sevilla acompañado de otras 40 personas refugiadas, con las que había convivido hasta entonces.  

Una constante sensación de incertidumbre

Aunque asegura que está muy bien en Sevilla y que le gusta la ciudad, siente mucha incertidumbre, tanto por su futuro como por el de su país.  

Si piensa en Senegal, admite que, aunque le encantaría poder volver, cree que no es posible. ‘‘Puede cambiar el gobierno, pero siempre habrá personas que me amenacen porque piensan que no he respetado a los líderes religiosos’’. Sus amigos y compañeros de clase le cuentan que las universidades permanecen cerradas y que no pueden asistir a clases. Tampoco hay manifestaciones. ‘‘Si te manifiestas te encierran’’.   

Reconoce que su sueño es seguir estudiando y, está aprendiendo español muy rápido y muestra mucha inquietud por dominar el idioma. Le gustaría quedarse en España porque siente que tiene protección. «Quiero estudiar aquí y escribir libros y artículos sobre la migración. Recuerdo siempre un encuentro con un médico español que visitó Senegal y estuvimos hablando sobre migración y personas refugiadas. Me dijo que estaba de acuerdo en que los migrantes tenían que ser ayudados, pero tenía dudas sobre la condición de refugiado. Yo le dije, ¿tenemos que esperar a que nos maten para huir?»


Quiero estudiar aquí y escribir libros y artículos sobre la migración.
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Amadou Dembele. Lágrimas de mar https://www.cear.es/sections-post/amadou-dembele-lagrimas-de-mar/ Fri, 27 Oct 2023 11:09:43 +0000 https://www.cear.es/?post_type=sections-post&p=41765 Cuando Amadou se ríe – una risa contagiosa y divertida – es imposible imaginar que esa alegría de vivir y esa transparencia de alma conviven con las lágrimas de mar y sal que resbalan por sus mejillas a veces, cuando está a solas, en el...

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Cuando Amadou se ríe – una risa contagiosa y divertida – es imposible imaginar que esa alegría de vivir y esa transparencia de alma conviven con las lágrimas de mar y sal que resbalan por sus mejillas a veces, cuando está a solas, en el ocaso del día. Echar de menos hasta que duele es el precio que paga por estar a salvo, sí, pero lejos de su Mali natal, lejos de su familia, muy especialmente lejos de su madre, para quien siempre fue el pequeño de sus seis hijos, tan querido y protegido.

También convive con el dolor del recuerdo de todas las dificultades soportadas y sobrevividas en sus escasos pero intensos 23 años. Llegó a Canarias hace tres años tras un infierno de travesía que duró siete espantosos días.

Sus recuerdos de infancia son bonitos. A los trece años dejó la escuela para ayudar en casa, trabajando de aprendiz en la panadería de su padre. “Me gustaba mucho el trabajo, claro. Sin embargo, mi vida era muy difícil”. Como no iba a serlo, en un país sumido en una guerra desde hace más de una década, escenario de la insurgencia yihadista, de revueltas de tuaregs en el norte y de conflictos entre etnias enfrentadas.

Con solo 18 años sufrió un brutal ataque. “Mi padre me dio dinero para que viajara a la ciudad a comprar y me siguieron, iban enmascarados. Me pegaron una paliza brutal y me hirieron en la pierna con un cuchillo”. Recuerda el miedo aterrador y el sabor metálico de la sangre. “Las heridas físicas cicatrizan y se acaban olvidando, pero el recuerdo permanece y duele siempre”.

Fue el motivo para dejar su país, el miedo. Esta vez había sobrevivido, pero quizás no tendría tanta suerte si se repitiera una situación de peligro de muerte. No quería vivir con ese riesgo.

“Me marché y viví – o más bien sobreviví – un año y medio trabajando en las minas de oro. Es lo más duro que puedas imaginar. Estar bajo tierra buscando oro durante jornadas de más de 12 horas es inhumano. Alrededor de las minas había un entorno hostil con gente peligrosa, el oro atrae a personas sin escrúpulos y la vida ahí no valía nada”. Vivían en viviendas precarias, durmiendo hacinados y en el suelo, sin baños y sin posibilidad de ducharse en dos o tres meses. “Comida sí teníamos, pero las condiciones eran realmente indignas”.

Como tantos que emprenden la huida a ninguna parte, Amadou se puso en manos de traficantes de personas, en busca de un lugar seguro donde vivir. “Mi padre se negaba a que me subiera a una patera y arriesgase mi vida en el mar”, sin embargo, era la única manera de salir de ese infierno tejido de sudor, sangre y oro.

La primera etapa hasta Mauritania la hizo a pie y allí al principio dormía en la calle. “Conseguí trabajo y en tres meses ahorré lo que necesitaba para el pasaje en barca”.

No sabe de qué puerto salió. “No sabría localizarlo en un mapa, nos ponemos en manos de las mafias a ciegas. El primer intento fue un fracaso y tras tres días a la deriva, regresamos”. Una semana más tarde, se embarcó de nuevo.  “Realmente fue aterrador, lo peor que he vivido nunca. No llevábamos comida ni casi agua. Recuerdo un hambre brutal, una sed mortal y un frío que nos devoraba. Yo al final prefería morir que seguir, en serio, llegué a desear la muerte, estaba decidido y no aguantaba más, pensé en tirarme al agua”. Al séptimo amanecer avistaron la costa.

Desde su llegada a España ha contado con el apoyo de organizaciones humanitarias, Cruz Roja al principio y en la actualidad de CEAR, fundamental en su acompañamiento legal y laboral y social. Ha vuelto a jugar al fútbol, su pasión, en el CEAR F.C. Alicante, un proyecto que apuesta por el deporte como herramienta de inclusión social. “Trabajo duro, ahorro y envío dinero a mi familia, todo lo que puedo, para que estén mejor. Me hace sentir bien y me hace pensar que todo el esfuerzo ha merecido la pena”. Los malos recuerdos ni se borran ni se olvidan, pero Amadou está aprendiendo a convivir con ellos. “En España ahora estoy feliz”.  Trabaja en la construcción, en servicios verticales. “El primer día fue duro, me asustaba un poco estar ahí colgado, pero mira, mejor estar arriba que abajo, arriba ves la luz”.

Un artículo escrito por Rocío Gayarre para ABC Blogs.

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Fátima: “Al venir a España dejábamos atrás un periodo marcado por el racismo y la inseguridad“ https://www.cear.es/sections-post/fatima-siria-dejar-atras-racismo-inseguridad/ Fri, 06 Oct 2023 13:02:43 +0000 https://www.cear.es/?post_type=sections-post&p=41693 Hace 12 años, con el inicio del conflicto bélico en su país, Fátima (nombre ficticio), tuvo que huir junto a su marido y sus cuatro hijos, menores de edad, del que había sido su hogar durante toda su vida: Siria.   Ella y su familia...

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Hace 12 años, con el inicio del conflicto bélico en su país, Fátima (nombre ficticio), tuvo que huir junto a su marido y sus cuatro hijos, menores de edad, del que había sido su hogar durante toda su vida: Siria.

 

Ella y su familia vivían a las afueras de Damasco, en un piso. Su marido regentaba una zapatería en propiedad y lograban vivir cómodamente. Pero cuando estalló la guerra, inician un periplo de huida, huyendo de los bombardeos, hasta que logran llegar a la frontera con el Líbano.

Cambiábamos de pueblo huyendo de los bombardeos, hasta que conseguimos llegar a la frontera con el Líbano”, explica Fátima. Una vez allí y con la ayuda de un conocido, del mismo gremio profesional que su marido, se establecieron en una zona, dónde él pudo trabajar como zapatero.

Pero ese trabajo, dada su condición administrativa irregular en el país, solo le duró un año. Por lo que, a partir de ahí, inician otra etapa de inestabilidad económica, social y familiar.

Una dura estancia en Líbano

Al no disponer de residencia legal en el país, se tornó difícil el acceso al mercado laboral y sobrevivían con trabajos puntuales, que apenas les permitían costear el alquiler. Dada esta situación, fue constante durante los seis años de estancia en el Líbano el cambio de vivienda y localización, moviéndose en relación a las oportunidades laborales de su marido.

“La estancia en Líbano fue dura. Mis cuatro hijos, de 11, 9, 7 y 5 años, estuvieron seis años sin poder ir al colegio, y el mayor, con 12 años, tuvo que ponerse a trabajar”. “Cuando mi marido dejó de trabajar, nos pusimos en contacto con ACNUR, que nos prestó apoyo y ayuda con alimentos, por dos años”. Pasados estos dos años, ACNUR se volvió a poner en contacto con ellos e iniciaron el procedimiento de entrevistas, reuniones y toma de contacto, para poder gestionar su reasentamiento.

Rumbo a España

“Pasaron ocho meses hasta que pudimos viajar a España”, cuenta Fátima. “Llegamos a Alicante, hace ya casi seis años. Vinimos con el estatuto de refugiados concedido, con protección subsidiaría, por lo que, desde el primer mes, ya contábamos con residencia legal en España, para poder residir y trabajar”.

Estuvieron en el sistema de acogida durante dos años, tiempo en el que su marido pudo trabajar durante ocho meses como cocinero en un restaurante árabe. Sus tres hijos menores, volvieron al colegio, después de seis años sin escolarizar. Los dos más pequeños se integraron muy bien y la mayor estudió durante dos años más.

Tras tres años en el país, Fátima y su marido tuvieron a su quinto hijo, que esperan que pueda y quiera estudiar, se forme y tenga un buen futuro.

“Cuando era pequeña, mi sueño era venir a España, mi padre había estado y me hablaba sobre la belleza del país, sus paisajes, sus calles, su gente… Por eso, cuando ACNUR nos propuso reasentarnos en España, me sentí feliz. Dejábamos atrás un periodo marcado por el racismo y la inseguridad, y nos sentíamos emocionados de poder dejar esa etapa atrás e iniciar una nueva vida en un país, que, según mi padre, nos aguadaba todo aquello que anhelábamos”, explica con esperanza.


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Mamadou: ‘‘Siempre he convivido con el miedo’’ https://www.cear.es/sections-post/mamadou-de-mali-siempre-ha-convivido-con-el-miedo/ Fri, 08 Sep 2023 12:28:43 +0000 https://www.cear.es/?post_type=sections-post&p=41334 Mamadou salta al campo con la agilidad de una gacela y da comienzo a dos horas en las que consigue soltar por completo la mochila migratoria que carga y donde olvida lo sufrido a lo largo de su corta pero intensa vida, donde ha caminado demasiadas...

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Mamadou salta al campo con la agilidad de una gacela y da comienzo a dos horas en las que consigue soltar por completo la mochila migratoria que carga y donde olvida lo sufrido a lo largo de su corta pero intensa vida, donde ha caminado demasiadas veces al borde del precipicio del peligro y el miedo. Regatea, coquetea con el balón, corre como cuando quema la arena y chuta con la fuerza y determinación con las que ha tomado las riendas de su vida. Y se le pinta una sonrisa en la cara.

 

Malí lleva sumido en conflicto armado más de una década y la situación de inseguridad y violencia no tiene un final en el horizonte cercano. El conflicto se ha visto agravado por la sequía y la desertificación. Esta crisis humanitaria ha causado el desplazamiento de más de tres millones de personas y miles de muertos, según datos de Acnur. 

Mamadou Ndiaye tiene 23 años y una voz tan profunda como sus ilusiones. Viene de una familia grande, es el segundo de siete hermanos. “A los 7 años mi padre me mandó a vivir con mi tío, ya que por el conflicto armado estudiar en la capital era complicado. No era un buen sitio para criarme. Estudié religión musulmana y a la vez trabajaba, en nuestro país es así, desde pequeños tenemos que ayudar a la familia. Con quince años regresé. Mi sueño era ser jugador de fútbol, pero en mi pueblo era muy difícil, no teníamos entrenador, solo podíamos jugar en la calle, echábamos horas con los amigos, pero no era un entrenamiento como tal y así era difícil progresar”. 

A los 17 años volvió a la capital con su abuela y empezó a trabajar en costura. “Me gustaba mucho, estuve seis años cosiendo, tenía experiencia, era bueno la verdad. No había horarios si no que trabajábamos por objetivos, más prendas hacíamos más dinero ganábamos. Pero en mi país hay guerra, todo es muy difícil. Llevamos así muchos años, aunque no siempre el foco del conflicto está en la capital, sin duda afecta a todo. No hay seguridad ni tranquilidad. Moverte dentro del país es complicado. Hay controles, pero lo peor, hay yihadistas en muchas partes y otros grupos armados que aprovechan las circunstancias de desestabilidad y de fragilidad del sistema para sembrar el terror”. 

Buscando el futuro en Mauritania

Tenía esperanza de que en Mauritania estaría mejor, buscaba seguridad y mayores oportunidades. “Allí te conviertes en un ilegal, no tienes nada. Solamente caminar por la calle ya es un problema, te ven que no eres de ahí, te delata el color de tu piel. Ser extranjero es un crimen y el acoso de la policía es brutal”. Cambió la amenaza de la guerra por la de verse deportado a la frontera sin garantías de supervivencia.

Solo aguanté unos meses. Siempre vives con miedo. Lo poco que ganaba lo enviaba rápidamente a casa ya que, si te quedabas con el dinero, te robaban, no era un sitio seguro tampoco. Llegué a pensar en volver a mi país, pero los amigos me lo desaconsejaban: el camino de vuelta es una ruta de muerte”.

La esperanza estaba en otro lugar

Cuando no hay marcha atrás, no te queda otra que tirar hacia delante. Decidió seguir huyendo hacia España. “Si estás listo para soltar amarras, no tienes que pagar tanto por el pasaje. Esperas que se dé la oportunidad en el último momento, te arriesgas, no sabes en manos de quien te estás poniendo, pero esperas en el bosque y luego bajas a la costa y unas horas después estás en el mar. Ahí o mueres ahogado, como les ha ocurrido a miles de personas o logras llegar a puerto seguro”. 

La travesía duró 5 días y fue un infierno. Iban sesenta personas en la patera, no llevaban comida y únicamente podían beber un pequeño vaso de agua 2 o 3 veces al día. Iban calados y el frío cuando caía la noche era brutal. Muchos deliraban presos del pánico. “En cambio yo nunca perdí la fe en que íbamos a llegar. No puedes permitirte pensar otra cosa. Estaba tan decidido y toda mi vida había sorteado dificultades, que ésta, aun siendo tan extrema, al final, era una más”. La única esperanza para una vida mejor era en otro lugar.

Una nueva vida en España

Tras unos meses en Canarias, con el apoyo de CEAR Alicante ha comenzado su nueva vida. Se sigue formando y le gustaría encontrar trabajo en almacén o albañilería. “Aquí en España por fin estoy tranquilo y en paz. Este equipo es mi nueva familia. Hablamos de nuestros problemas. Hacer deporte es sano, ganar es importante, pero más importante es integrarnos, hablar español y conocer a otras personas con otras vidas y otras historias, pero todos apasionados de este deporte”, cuenta sobre el CEAR CF, equipo de fútbol para personas refugiadas del que forma parte impulsado por CEAR y la Fundación LaLiga.

Aquí la vida tampoco es fácil, pero hay más oportunidades. Es muy consciente de la suerte que ha tenido sobreviviendo a la tantas veces trágica travesía del Mediterráneo. “Es demasiado peligroso, pero somos muchos los que no vemos otra solución, quedarnos también es morir”. 

Artículo original de Rocío Gayarre y fotografías de Ignacio Gil publicado en ABC.


Mamadou: ‘‘Siempre he convivido con el miedo’’
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El deseo de María para su país: ‘‘Ojalá se acaben las balas’’ https://www.cear.es/sections-post/maria-escapo-de-maras-en-el-salvador/ Fri, 08 Sep 2023 08:15:07 +0000 https://www.cear.es/?post_type=sections-post&p=41330 María se vio forzada a huir de El Salvador porque su padre insistía en que ella y su hermano formaran parte de una mara.

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Aunque ahora respira tranquila, a sus 21 años María ha tenido que enfrentarse a una situación de total inseguridad y desamparo. Su padre, miembro de una de las maras más peligrosas de Centroamérica, insistía para que su hermano menor y ella comenzaran a formar parte de esta pandilla. 

 

Natural de la capital salvadoreña, San Salvador, María pretendía tener una “vida normal”, como cualquier otra adolescente de su edad. En su país, había cursado estudios hasta bachillerato y también había trabajado como técnica dental, algo que le apasiona y en lo que le gustaría especializarse. 

Sin embargo, la situación en su casa se complicó hasta el punto de tener que huir junto a su hermano menor. Años antes, su madre ya había tomado esta decisión por el mismo motivo: su marido, el padre de María, pertenece a una de las pandillas más peligrosas del país, la Mara Barrio 18.  

Las maras persiguen a jóvenes y les amenazan para que se integren en ellas, extorsionan a las personas y a sus familiares que consideran que tienen dinero, y castigan duramente –a veces hasta la muerte – a aquellas que se niegan a colaborar y se resisten a su autoridad.  

‘‘Nunca hicimos nada de lo que nos pedía mi padre. Yo ponía excusas como que tenía que irme a trabajar y él se enfadaba. Los años sin mi madre en casa fueron muy desesperantes. La situación no mejoraba y yo me sentía muy insegura. Tenía claro que me iría de allí en cuanto cumpliera la mayoría de edad y consiguiera algo de dinero. También tenía claro que mi hermano vendría conmigo, era un riesgo que se quedara allí puesto que incluso la Mara Salvatrucha (otro violento y peligroso grupo históricamente enfrentado a la Mara 18), ya lo estaba acechando’’.  

En busca de calma

‘‘Aún me cuesta trabajo superar algunas situaciones de violencia vividas en mi país’’, asegura María, aunque reconoce que cuando se subió al avión ya sintió “un poquito de paz” y “mucho más tranquila” cuando aterrizó en España, a donde llegó en febrero de 2022. Solicitó asilo y ahora se encuentra a la espera de una resolución.

Admite que no siempre ha podido hablar de todo esto con naturalidad, pero el trabajo con su psicóloga de CEAR le está permitiendo avanzar a la hora de gestionar sus problemas y ahora siente que puede enfrentar aquello que vivió sin que duela tanto. ‘‘He llegado a marearme y sentirme muy mal al recordar todo lo que me ha pasado”, explica. 

Vida en España

‘‘Sabía que no venía de vacaciones. Venía a trabajar y, si se podía, a estudiar’’. Su madre ya llevaba unos años en España y le advirtió de que no era fácil empezar de cero. ‘‘Mi mamá ya tuvo que enfrentarse a muchas dificultades, me contaba que desempeñó diferentes trabajos, muy mal pagados y en malas condiciones. Ahora, por suerte, lleva más de dos años en el mismo empleo (cuidado de mayores)’’. 

Cuando María y su hermano llegaron, su reunieron inmediatamente con su madre y, a los cinco meses, pudieron alquilar una habitación para los tres. ‘‘Una habitación que no era grande para nada, de hecho, cada sábado a una de nosotras le tocaba dormir en el suelo’’. 

Desde entonces, y tras trabajar durante una semana en el campo, María se ha dedicado al cuidado de personas mayores, al igual que su madre. 

Actualmente afirma que intenta vivir el día a día. ‘‘No soy totalmente feliz, pues me falta estabilidad. A mí me gustaría estudiar y tener un trabajo estable’’. Sin embargo, se siente en paz y ve como, poco a poco, va alcanzando nuevas metas: ha superado el examen de la ESO y pronto estará estudiando. Además, se está sacando el permiso de conducir. 

Agradece a CEAR, especialmente a su letrada y psicóloga. ‘‘Me han dado mucho’’, dice. Y, en la distancia, también tiene un deseo que tiene que ver con El Salvador: ‘‘Quisiera paz y tranquilidad, que se acaben las balas’’. 


‘‘Aún me cuesta trabajo superar algunas situaciones de violencia vividas en mi país’’
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