Patricia: “Temo regresar a mi país ya que los paramilitares no perdonan que los denunciara”.

Patricia ha sufrido múltiples violencias por ser mujer que le han obligado a escapar incluso de su nombre. Las amenazas y persecuciones tras ser agredida sexualmente por paramilitares le forzaron a huir de Colombia y buscar refugio en España, donde también afrontó más violencia y miedo. Poco a poco y no sin dificultades, rehace su vida mientras ayuda a otras personas que pasaron por su situación. 

 

La historia de refugio de Patricia (nombre ficticio), comienza con su secuestro a manos de un grupo de paramilitares presentes en la región colombiana en la que vivía. “Fui secuestrada durante una semana por un jefe paramilitar. Quería que fuera su mujer, y al negarme, me llevó a la fuerza, me amenazó y me violó”, recuerda. 

“Conseguí escapar por un bosque y directamente me dirigí a la Unidad de Víctimas a denunciar los hechos”, pero el peligro no acabó ahí. “Recibí nuevamente amenazas diciéndome que sabían el sitio donde estaba y que irían por mí, así que inmediatamente tuve que trasladarme a otro lugar”. Ese mismo año, también asesinaron a su tío. 

Desde entonces, estuvo en continuo desplazamiento forzoso por diferentes ciudades y barrios para intentar ponerse a salvo, pero no lo consiguió. “Siempre me han localizado. En el año 2019, vecinos y familiares me informaron que había unos hombres desconocidos en el barrio indagando y preguntando por una mujer con mi descripción y con mi nombre, e inmediatamente me volvía a trasladar”.  

Desprotegida, solo le quedó la huida

Las mujeres somos objeto de agresión por el simple hecho de ser mujeres”, lamenta Patricia, que se sintió víctima de “la falta de protección” para las mujeres que sufren violencia sexual en el marco del conflicto armado en Colombia.  

Este tipo de violencia específica contra las mujeres, frecuente en contextos de conflicto, se convierte también en una causa de desplazamiento forzado y búsqueda de asilo, como finalmente le ocurrió a Patricia, que se vio obligada a escapar de su país. 

La violencia no tiene fronteras

La llegada a España no fue fácil, y Patricia tuvo que esperar varios meses para poder conseguir la cita para acceder al sistema de protección internacional, un obstáculo administrativo que afrontan miles de personas, quedando en una situación de especial vulnerabilidad.  

Mientras aguardaba a poder avanzar en la solicitud de asilo, Patricia conoció a un hombre con el que inició una relación que terminó en maltrato. Su maltratador la agredió verbal y físicamente, hasta que ella llamó a la policía y le llevaron a un centro de emergencia junto a su hijo, con quien había venido desde Colombia. 

“Desde el mismo centro se pusieron en contacto con CEAR y finalmente pude sacar la cita para solicitar protección internacional”, explica Patricia, que obtuvo el estatuto de refugiada recientemente.  

Centrada en avanzar

Ahora, después de haber sobrevivido a múltiples violencias machistas, Patricia ha empezado a rehacer su vida. “Es ahora cuando empiezo ya a salir y a relacionarme más”. También colabora con la Asociación Revivir y es voluntaria con CEAR en la intervención en centros educativos, poniendo el foco en el refugio por género 

“Soy enfermera y siempre he estado trabajando con colectivos en situación de vulnerabilidad. En España quiero empezar a estudiar integración social para apoyar a la gente que también ha pasado por la misma situación que yo”, desea. 

 

Ayúdanos.

Con una aportación de 10€ nos ayudas a proporcionar el material escolar para niños y niñas refugiadas